lunes, 15 de junio de 2015

VIOLENCIA SEXUAL Y DE GENERO - FEMINICIDIO - MICROMACHISMO

VIOLENCIA SEXUAL Y DE GÉNERO

La violencia sexual y de género radica en los estereotipos que están implantados en las diferentes sociedades y culturas de nuestro país y del mundo.
Los estereotipos son ideas o imágenes aceptadas por la mayoría como  patrones o modelos de cualidades o de conducta.
Es por ello, que las sociedades imponen a hombres y mujeres a cumplir estos estereotipos de manera inconsciente. Así tenemos los estereotipos en hombres y mujeres.
En consecuencia de la socialización de los estereotipos en hombre y mujeres, es que se establece la desigualdad, inequidad social, discriminación, desequilibrio de poder, injusticia y subordinación hacia las mujeres. Generalizando, así, a los seres humanos mediante un  modelo masculino: violencia de género y sexual.
VIOLENCIA SEXUAL
El concepto de violencia sexual es cambiante según la perspectiva desde la que se analice: jurídica, psicológica, tipo de sociedad y creencias culturales. Hace unos años, el estudio de las agresiones sexuales se centraba en el delito y en los violadores, pero actualmente se centra en los efectos y en las víctimas. La conceptualización más común considera la violencia sexual hacia las mujeres como un acto de poder, agresión y degradación, además del componente sexual por parte del hombre hacia la mujer.
También es obligar a la mujer a cualquier tipo de sexo forzado o degradación sexual, haciendo referencia a tocamientos, penetraciones, embarazo sin protección, tener relaciones cuando no tiene capacidad para consentir, ver material pornográfico.
VIOLENCIA DE GÉNERO
GENERO.
Pertenecer a género es algo más que ser diferente, hombre o mujer, es adquirir a priori y de forma involuntaria, una condición para toda la vida. Son responsabilidades, pautas de comportamiento, valores, limitaciones, actitudes, expectativas, y gustos, que la cultura asigna en forma diferenciada a hombres y mujeres y que son adquiridos en el proceso de socialización.
Es así que; Violencia de Género, se entiende a todo acto de violencia basada en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer.
Inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en vida pública como en la privada.
Esto con lleva a un problema social a  nivel mundial que afecta en formas sistemáticas a millones de mujeres, niñas y adultas mayores.
Los mitos e ignorancia sobre la violencia hacia las mujeres, impiden su registro, denuncia, investigaciones y la adopción de medidas de prevención, atención, erradicación y sanción. Así, tenemos un listado de cómo se da la violencia de género:
  

FEMINICIDIO
Con 8Feminicidiosel Perú ocupa el segundo lugar de países de la región con mayor cantidad de este tipo de crímenes. Así lo revela el último informe del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG), perteneciente a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El mismo señala que solo nos supera Colombia, con 88 homicidios de mujeres perpetrados por sus parejas o ex parejas durante el 2013.
Al Perú le siguen República Dominicana (71), El Salvador (46), Chile (40), Uruguay (25), Paraguay (20) y Guatemala (17).
Otra cifra preocupante es que el 38% de indígenas peruanas ha sufrido violencia física o sexual a manos de su pareja.
LEYES NO BASTAN
El informe también refiere que 11 países de la región, entre ellos el Perú, han tipificado el Feminicidios dentro de sus marcos legales. Los otros son Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Panamá.
En tanto, en Argentina, Colombia y Venezuela han constituido una forma agravada para este tipo de homicidios.
No obstante, la CEPAL advierte que los cambios normativos en estos países no bastanpues no se aplican políticas públicas eficaces. Además, indica que los mismos no cuentan con instituciones capaces de asegurar la efectiva aplicación de las leyes.
“Las normas se concentran en el castigo de los agresores sin atender los distintos factores que inciden en la violencia contra las mujeres, entre ellos la desigual distribución del trabajo, en especial del doméstico no remunerado”, refiere el informe anual.
Así, el documento alerta que es la desigualdad económica, social y cultural hacia la mujer la que ha generado que la región reporte elevadas tasas de Feminicidios.
“La autonomía de la población femenina se ve amenazada por la alta proporción de mujeres sin ingresos propios”, puntualiza el informe de CEPAL.




MICROMACHISMOS
Los micromachismos, son prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana, del orden de lo "micro", al decir de Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptible, lo que está en los límites de la evidencia. El prefijo "micro" del neologismo con el que nombro a estas prácticas alude a esto, alude en el lenguaje popular, a una connotación negativa de los comportamientos de interiorización hacia la mujer. En la pareja, se manifiestan como formas de presión de baja intensidad más o menos sutil, con las que los varones intentan, en todos o en algunos ámbitos de la relación (y como en todas las violencias de género): imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra; reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela" de "su" lugar en el vínculo; resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes; aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer.
Es decir, los micromachismos son microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contramaniobrar eficazmente. Están la base y son el caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las "armas" masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin consensuar el propio punto de vista o razón. Comienzan a utilizarse desde el principio de la relación y van moldeando lentamente la libertad femenina posible. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e imponiéndole una identidad "al servicio del varón", con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.
Los varones son expertos en estas maniobras por efecto de su socialización de género que les inocula la creencia en la superioridad y disponibilidad sobre la mujer. Ellos tienen, para utilizarlas válidamente, un aliado poderoso: el orden social, que otorga al varón, por serlo, el "monopolio de la razón" y, derivado de ello, un poder moral por el que se crea un contexto inquisitorio en el que la mujer está en principio en falta o como acusada: "exageras' y "estás loca" son dos expresiones que reflejan claramente esta situación (Serra, 1993). Aun los varones mejor intencionados y con la autopercepción de ser poco dominantes los realizan, porque están fuertemente inscritos en su programa de hábitos de actuación con las mujeres.
Con ellos los varones no solo intentan instalarse en una situación favorable de poder, sino que internamente buscan la reafirmación de su identidad masculina -asentada fuertemente en la creencia de superioridad y en la necesidad de control- y satisfacer deseos de dominio y de ser objeto de atención exclusivo de la mujer. Además, mantener bajo dominio a la mujer permite también mantener controlados diversos sentimientos que la mujer provoca, tales como temor, envidia, agresión o dependencia. (Bonino, 1990). Dos mecanismos psicológicos favorecen el sostenimiento de estas prácticas como de otras que conducen al racismo, la xenofobia o la homofobia: uno, la objetificación (la creencia de que solo algunos varones -blancos- heterosexuales tienen status de persona permite percibir, en este caso, a las mujeres como "menos" persona, negándoles reconocimiento y justificando el propio accionar abusivo -Britann, 1989), y otro, la identificación proyectiva (la inoculación psicológica de actitudes, invadiendo el espacio mental ajeno). Si bien estos aspectos no serán desarrollados en este trabajo, no pueden ignorarse a la hora de trabajar en la desactivación de estas maniobras.
MICROMACHISMOS COERCITIVOS
En estos micromachismos, el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de decisión. La hacen sentir sin la razón de su parte y ejercen su acción porque provocan un acrecentado sentimiento de derrota cuando comprueba la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones. Todo ello suele promover inhibición, desconfianza en sí misma y disminución de la autoestima, lo que genera más desbalance de poder.
Intimidación, maniobra atemorizante que se ejerce cuando el varón ya tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. Da indicios de que si no se le obedece, 'algo" podrá pasar. Implica un arte en el que la mirada, el tono de voz, la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual pueden servir para atemorizar. Para hacerla creíble, es necesario, cada tanto, ejercer alguna muestra de poder abusivo físico, sexual o económico, para recordarle a la mujer que le puede pasar si no se somete. A largo plazo se crea generalmente una situación en la que el varón logra no ser molestado en lo que a él no le gusta, y no estar disponible para nadie, salvo para sí mismo.
Control del dinero, gran cantidad de maniobras son utilizadas por el varón para monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero, limitándole su acceso a la mujer. Basado este micromachismo en la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus modos de presentación son muy variados: no información sobre usos del dinero común, control de gastos y exigencia de detalles, retención - lo que obliga a la mujer a pedir- (Coria, 1992), etc. Se incluye también en este apartado la negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y la crianza y el cuidado de los niños.
No participación en lo doméstico, basada en la creencia que lo doméstico es femenino y lo público masculino, por este grupo de maniobra se impone a la mujer hacerse cargo del cuidado de algo común: el hogar y las personas que en ella habitan. Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo (es paradójico que esta justificación la realizan aun varones que no son los principales proveedores de o económico, con lo que imponen la "doble jornada" a la mujer que trabaja).

Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí, este grupo de micromachismo se apoyan en la idea de que el espacio y el tiempo son posesión masculina, y que por tanto la mujer tiene poco derecho a ellos. Por tanto su apoderamiento es natural y no se piensa en la negociación de espacios y ni de tareas comunes que llevan tiempo. Así, en cuanto al espacio en el ámbito hogareño, el varón invade con su ropa toda la casa, utiliza para su siesta el sillón del salón impidiendo el uso de ese espacio común, monopoliza el televisor u ocupa con las piernas todo el espacio inferior de la mesa cuando se sientan alrededor de ella, entre otras maniobras (Guillaumin, 1992). Y en cuanto al tiempo; el varón crea tiempo de descanso o diversión a costa de la sobrecarga laboral de la mujer (por ejemplo utilizar el fin de semana para "sus" aficiones, o postergar su llegada a casa luego del trabajo), evita donar tiempo para otros, o define como "impostergables" cierta actividades que en realidad no lo son y que lo alejan del hogar. Esto tiene como efecto que, en promedio los varones tengan más tiempo libre que las mujeres (y a costa de ellas).

No hay comentarios:

Publicar un comentario