Hacerse hombre: algunas reflexiones desde las masculinidades
ERNESTO VASQUEZ DEL AGUILA
Resumen:
El Camino a Hacerse Hombre
Estudios etnográficos en diversas culturas muestran una
serie de rituales que adolescentes y jóvenes varones tienen que atravesar para
convertirse en adultos.
Discursos sobre ser hombre impartidos por miembros de la familia
se superponen y muchas veces entran en conflicto con los impartidos en espacios
como la escuela o el grupo de pares. En línea con Butler, la constitución de la
identidad de género adquiere estabilidad a través de la actuación y el repudio.
Mediante la actuación, los sujetos actualizan los modelos culturales de ser
varón o mujer, y dan realidad a las identidades de género.
Otro aspecto importante en la constitución de la identidad
masculina es la socialización en patrones de intimidad.
En cuanto a la sexualidad masculina, ésta se constituye en
permanentes tensiones y contradicciones entre modelos de actuación esperada y
las propias vivencias de los sujetos. Tensiones y negociaciones entre deseos
sexuales, búsquedas de placer y los dispositivos sociales de masculinidad y
sexualidad hegemónicas.
En esta construcción social se configuran fronteras de
sexualidad masculina, donde la “pasividad” y el homoerotismo pertenecen al
dominio de lo abyecto y se delinean pautas sociales para un desempeño sexual
masculino (Balderston y Guy, 1997; Lancaster, 2003). De esta forma, se
instauran diversos dispositivos de género y sexualidad para monitorear la
correcta actuación de los varones.
La casa y la calle en los procesos de hacerse hombre
El espacio doméstico provee los primeros mensajes de
masculinidad y sexualidad y es ahí donde se sientan las bases para la
constitución de las identidades de los sujetos.
En este escenario aprenderá que tendrá que resolver la
primera contradicción de ser hombre: que ser hombre es algo “natural”, pero que
al mismo tiempo tiene que obtenerse en torno a pruebas e ideales de actuación.
La mayoría de varones latinoamericanos, jóvenes y adultos,
heterosexuales, bisexuales y homosexuales que he entrevistado en estos años
señalan que la sexualidad era un tema ausente en sus familias, el famoso “de
eso no se habla” es la constante que atraviesa incluso la variable
socioeconómica en esta dinámica que algunos autores llaman la cultura del
silencio (Alonso y Koreck 1999).
La transición del mundo de la casa al mundo público o
de la calle, implica adaptarse a un mundo imprevisto y accidentado,
donde los niños tienen que descubrir y aprender a convivir con reglas y
jerarquías diferentes a las de la casa.
El ingreso a la escuela representa para estos niños y adolescentes
no sólo participar de una escolarización formal a través de asignaturas y
actividades curriculares, sino también el ingreso a un mundo de discursos y
practicas con un “curriculum oculto” de normas y valores sobre masculinidades y
sexualidades (Kehily, 2001; Poynting y Donaldson, 2005: Renold, 2007).
A diferencia de la socialización impartida en la familia, en
espacios como el colegio y el grupo de pares, los sujetos ya tienen los cimientos
de su identidad constituidas y los nuevos contenidos no son la realidad en sí
misma, pues el sujeto es más consciente de estos procesos y puede contrastar
los valores y la moral de otros agentes socializadores (Fuller, 2002; Vasquez
del Aguila, 2013).
La importancia mayor del colegio en la constitución de
representaciones sobre sexualidad y masculinidad son, por retomar el segundo
grupo y escenario, sin duda, las y los compañeros de clase.
El grupo de pares y los rituales de la masculinidad
Estas relaciones están basadas en amistad y empatía más
igualitarias, con interacciones entre los sujetos en los que se pueden sopesar
y cuestionar las reglas de conducta “naturalizadas” en el espacio familiar.
Es, además, en el grupo de pares donde se consolidan los
límites y fronteras de la identidad masculina, a través de la actualización de
gestos rituales de masculinidad y sexualidad, que funcionan como modelos
ritualizados, ambiguos, arbitrarios, repetitivos y socialmente provocados, y
que buscan configurar este orden social a través del pasaje obligatorio de
adolescentes y jóvenes por ciertas pruebas que aseguren su pertenencia al
grupo.
Los varones participan en una cultura de beber alcohol que
premia a los que saben tomar “como hombres” y censura a los que fallan.
De esta forma, el grupo de pares es uno de los espacios más
importantes en la producción de masculinidad, tanto en la época de niñez como
adultez.
El alardeo sexual es central en la constitución de la
identidad de género de varones latinoamericanos.
Una forma de demostrar la heterosexualidad es a través del
domino de todo lo relacionado a la sexualidad, tanto la propia como la
sexualidad de las mujeres: conocer a las mujeres y su sexualidad es un
imperativo y el varón debe dar muestra de interés constante por ellas.
Esta confirmación de la heterosexualidad descansa en un rito
de iniciación que todos los varones deben pasar: el “debut” sexual. Este
acontecimiento es un hito en la identidad de género y en la identidad sexual de
los varones pues es el certificado que asegura la heterosexualidad del varón en
el grupo, que refuerza su masculinidad. Esta situación es particularmente
difícil para los adolescentes gays, en especial, para aquellos que no han hecho
pública su orientación sexual.
comentario:
Los adolescentes y varones aprenden desde niños tanto en la
casa como en la calle, con sus pares o compañeros de colegio que para hacerse
hombre y prevalecer en la sexualidad masculina no deben limitarse con las
fronteras de la feminidad y la homosexualidad pasiva.
Siendo estos ambientes los que hacen que el
infante-adolescente se desarrolle con tal idea de su masculinidad. Siendo
también la presencia y exigencia de mitos, rituales y costumbres en algunas familias
y sociedades que hacen que el sujeto se obligue a practicar la actividad sexual
a temprana edad o en el momento que él no se encuentre preparado para realizar
o quiera hacerlo por su propia decisión, sino bajo lo hace bajo influencia.
Tomo esta conclusión “Mientras que algunos varones cumplen
exitosamente las pruebas e imperativos de masculinidad y sexualidad
hegemónicas; otros varones, en cambio, viven esta situación como pruebas
inalcanzables y la amenaza en convertirlos en masculinidades fallidas.
Finalmente es la heterosexualidad una normativa que por ser
un eje central en la constitución de la masculinidad, niños y adolescentes
aprenden que ser hombre es demostrar gestos, rituales que la confirmen,
incluyendo el alardeo sexual, que
implica gestos de violencia y la homofobia como demostración del proceso de
hacerse hombres.
Glosario:
Pernea: Mover violentamente las piernas.
Supremacía: Superioridad de la persona o la cosa que tiene el grado o la posición suprema o más alta en una escala.Grado más alto en una jerarquía de poder.
Pedagogo: Persona que se dedica a la pedagogía o es especialista en esta ciencia. Se aplica al maestro que realiza muy bien su labor educativa.
Abyecto: Despreciable. Bajo, degradado, cobista, servil, ignominioso, infame, miserable, odioso, repugnante, degenerado, rastrero, ruin, sucio, vil.
Hegemonía: Se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. superioridad o supremacía de cualquier tipo.
Imperativo: Que impera o manda. Que supone una exigencia, orden o mandato. Se aplica al modo verbal que expresa orden o ruego.
Homoerotismo: Refiere a la tendencia social caracterizada por la presencia de emociones eróticas o deseos sexuales que se centran en una persona del mismo sexo.
Reificación: O cosificación sexual; concepto de la teoría feminista que designa la acción de ver a una persona como un objeto sexual separando de la persona el resto de su personalidad y existencia.
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