lunes, 20 de abril de 2015

EL CAMINO PARA HACERSE HOMBRE



Hacerse hombre: algunas reflexiones desde las masculinidades

                                                                                              ERNESTO VASQUEZ DEL AGUILA

Resumen:

El Camino a Hacerse Hombre




Estudios etnográficos en diversas culturas muestran una serie de rituales que adolescentes y jóvenes varones tienen que atravesar para convertirse en adultos.

Discursos sobre ser hombre impartidos por miembros de la familia se superponen y muchas veces entran en conflicto con los impartidos en espacios como la escuela o el grupo de pares. En línea con Butler, la constitución de la identidad de género adquiere estabilidad a través de la actuación y el repudio. Mediante la actuación, los sujetos actualizan los modelos culturales de ser varón o mujer, y dan realidad a las identidades de género.

Otro aspecto importante en la constitución de la identidad masculina es la socialización en patrones de intimidad.

En cuanto a la sexualidad masculina, ésta se constituye en permanentes tensiones y contradicciones entre modelos de actuación esperada y las propias vivencias de los sujetos. Tensiones y negociaciones entre deseos sexuales, búsquedas de placer y los dispositivos sociales de masculinidad y sexualidad hegemónicas. 

En esta construcción social se configuran fronteras de sexualidad masculina, donde la “pasividad” y el homoerotismo pertenecen al dominio de lo abyecto y se delinean pautas sociales para un desempeño sexual masculino (Balderston y Guy, 1997; Lancaster, 2003). De esta forma, se instauran diversos dispositivos de género y sexualidad para monitorear la correcta actuación de los varones.

La casa y la calle en los procesos de hacerse hombre

El espacio doméstico provee los primeros mensajes de masculinidad y sexualidad y es ahí donde se sientan las bases para la constitución de las identidades de los sujetos.

En este escenario aprenderá que tendrá que resolver la primera contradicción de ser hombre: que ser hombre es algo “natural”, pero que al mismo tiempo tiene que obtenerse en torno a pruebas e ideales de actuación.

La mayoría de varones latinoamericanos, jóvenes y adultos, heterosexuales, bisexuales y homosexuales que he entrevistado en estos años señalan que la sexualidad era un tema ausente en sus familias, el famoso “de eso no se habla” es la constante que atraviesa incluso la variable socioeconómica en esta dinámica que algunos autores llaman la cultura del silencio (Alonso y Koreck 1999).
  
La transición del mundo de la casa al mundo público o de la calle, implica adaptarse a un mundo imprevisto y accidentado, donde los niños tienen que descubrir y aprender a convivir con reglas y jerarquías diferentes a las de la casa.

El ingreso a la escuela representa para estos niños y adolescentes no sólo participar de una escolarización formal a través de asignaturas y actividades curriculares, sino también el ingreso a un mundo de discursos y practicas con un “curriculum oculto” de normas y valores sobre masculinidades y sexualidades (Kehily, 2001; Poynting y Donaldson, 2005: Renold, 2007).

A diferencia de la socialización impartida en la familia, en espacios como el colegio y el grupo de pares, los sujetos ya tienen los cimientos de su identidad constituidas y los nuevos contenidos no son la realidad en sí misma, pues el sujeto es más consciente de estos procesos y puede contrastar los valores y la moral de otros agentes socializadores (Fuller, 2002; Vasquez del Aguila, 2013).

La importancia mayor del colegio en la constitución de representaciones sobre sexualidad y masculinidad son, por retomar el segundo grupo y escenario, sin duda, las y los compañeros de clase.

El grupo de pares y los rituales de la masculinidad

Estas relaciones están basadas en amistad y empatía más igualitarias, con interacciones entre los sujetos en los que se pueden sopesar y cuestionar las reglas de conducta “naturalizadas” en el espacio familiar.
Es, además, en el grupo de pares donde se consolidan los límites y fronteras de la identidad masculina, a través de la actualización de gestos rituales de masculinidad y sexualidad, que funcionan como modelos ritualizados, ambiguos, arbitrarios, repetitivos y socialmente provocados, y que buscan configurar este orden social a través del pasaje obligatorio de adolescentes y jóvenes por ciertas pruebas que aseguren su pertenencia al grupo.

Los varones participan en una cultura de beber alcohol que premia a los que saben tomar “como hombres” y censura a los que fallan.

De esta forma, el grupo de pares es uno de los espacios más importantes en la producción de masculinidad, tanto en la época de niñez como adultez.

El alardeo sexual es central en la constitución de la identidad de género de varones latinoamericanos.

Una forma de demostrar la heterosexualidad es a través del domino de todo lo relacionado a la sexualidad, tanto la propia como la sexualidad de las mujeres: conocer a las mujeres y su sexualidad es un imperativo y el varón debe dar muestra de interés constante por ellas.
Esta confirmación de la heterosexualidad descansa en un rito de iniciación que todos los varones deben pasar: el “debut” sexual. Este acontecimiento es un hito en la identidad de género y en la identidad sexual de los varones pues es el certificado que asegura la heterosexualidad del varón en el grupo, que refuerza su masculinidad. Esta situación es particularmente difícil para los adolescentes gays, en especial, para aquellos que no han hecho pública su orientación sexual.


comentario:

Los adolescentes y varones aprenden desde niños tanto en la casa como en la calle, con sus pares o compañeros de colegio que para hacerse hombre y prevalecer en la sexualidad masculina no deben limitarse con las fronteras de la feminidad y la homosexualidad pasiva.

Siendo estos ambientes los que hacen que el infante-adolescente se desarrolle con tal idea de su masculinidad. Siendo también la presencia y exigencia de mitos, rituales y costumbres en algunas familias y sociedades que hacen que el sujeto se obligue a practicar la actividad sexual a temprana edad o en el momento que él no se encuentre preparado para realizar o quiera hacerlo por su propia decisión, sino bajo lo hace bajo influencia.

Tomo esta conclusión “Mientras que algunos varones cumplen exitosamente las pruebas e imperativos de masculinidad y sexualidad hegemónicas; otros varones, en cambio, viven esta situación como pruebas inalcanzables y la amenaza en convertirlos en masculinidades fallidas.

Finalmente es la heterosexualidad una normativa que por ser un eje central en la constitución de la masculinidad, niños y adolescentes aprenden que ser hombre es demostrar gestos, rituales que la confirmen, incluyendo el  alardeo sexual, que implica gestos de violencia y la homofobia como demostración del proceso de hacerse hombres.


Glosario:


Pernea: Mover violentamente las piernas.

Supremacía: Superioridad de la persona o la cosa que tiene el grado o la posición suprema o más alta en una escala.Grado más alto en una jerarquía de poder.

Pedagogo: Persona que se dedica a la pedagogía o es especialista en esta ciencia. Se aplica al maestro que realiza muy bien su labor educativa.

Abyecto: Despreciable. Bajo, degradado, cobista, servil, ignominioso, infame, miserable, odioso, repugnante, degenerado, rastrero, ruin, sucio, vil.

Hegemonía: Se denomina hegemonía al dominio de una entidad sobre otras de igual tipo. superioridad o supremacía de cualquier tipo.

Imperativo: Que impera o manda. Que supone una exigencia, orden o mandato.  Se aplica al modo verbal que expresa orden o ruego.

Homoerotismo: Refiere a la tendencia social caracterizada por la presencia de emociones eróticas o deseos sexuales que se centran en una persona del mismo sexo.

Reificación: O cosificación sexual; concepto de la teoría feminista que designa la acción de ver a una persona como un objeto sexual separando de la persona el resto de su personalidad y existencia.

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